Nagasaki, una anciana y sus cuatro nietos, verano de 1990. Dirigida por Akira Kurosawa.
Tras recibir una carta desde Hawai, la abuela descubre que a su hermano mayor, quien está enfermo, lo único que le importa antes de morir es verla otra vez. Para eso la abuela tendría que dejar Nagasaki e ir a los Estados Unidos, permitiendo que haya en su mente y corazón un espacio para su hermano, un espacio que ya está muy ocupado por los recuerdos de la bomba nuclear y por todo lo que perdió en 1945.
Mientras corre el verano y ella se decide, los nietos descubren un pasado de muerte mientras viajan por Nagasaki, en vísperas del aniversario 45 de la bomba nuclear, y juntos también descubren como sanar los recien adquiridos rencores cuando conocen a su tío estadounidense-japonés Clark (Richard Gere) quien viaja a Japón para unirse a ellos en el dolor de su pasado, y disfrutar de estar juntos y reconciliados en la paz del presente. La promesa de conocer Hawai se va alargando y tal vez desvaneciendo, y la abuela le enseña a su familia que por los recuerdos muertos no podemos olvidar a quien aún está vivo. Kurosawa imprime todo el dolor de un pasado de destrucción, y la fuerza de estar unidos, de ser familia, en una secuencia bajo la tormenta, donde hijos y nietos le dan honor a su abuela en vida, como a la flor de la canción que cantaban juntos.
Mientras vi los créditos finales de esta película, ya estaba lloviendo también en mi casa, y luego en mi corazón, y lloré sin poder enteder qué pasa con mi propia familia, por qué no corremos todos juntos detrás de nuestra propia abuela, aunque tropecemos y tengamos que levantarnos del lodo para seguir corriendo, no importando humillarnos, ni tener que dejar un poco lo cómodo, o el orgullo. Perdonando el pasado, cualquiera que haya sido, porque somos familia, hijos, nietos y bisnietos; estando unidos hasta las heridas de la guerra pueden por fin ser sanadas. Por qué no corremos juntos tras ella, si está viva y de ella descendemos. Mi propia abuela está caminando llena de confusión, ¿desde dónde la estamos viendo? Tal vez debajo de un techo con los brazos cruzados, mientras otros sí corren tras ella, con todo lo que pueden y tienen, sin embargo incompletos, porque no hay unidad. Y mientras tanto, la mujer a quien debíamos protejer, está sin poder luchar, bajo una tormenta.
No basta con que sólo algunos corran hacia ella, se trata de ser familia, de no ver llegar el día de llorar por no haber hecho nada mientras aún vivía. Quiero correr, quiero saber cuál es mi parte en esto y qué puedo hacer. Lo que más quiero, es que todos corramos juntos.
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