martes, 30 de agosto de 2011

Ciudad del castillo y su tesoro. Parte I

Herrnhut Forest de Chabarang

Hace muchos siglos, un grupo fugitivo de Moravia y Bohemia, llegó a las tierras del conde Nikolaus von Zinzendorf en el este de Alemania, eran los Unitas Fratrum, quienes vivieron casi durante un siglo en las montañas, después de ser perseguidos, torturados, quemados y casi exterminados en su propia tierra, por clamar contra la injusticia, y decir la verdad.

Los moravos, como ahora los conocemos, decididos a no mirar atrás, ni censurarse aunque muerte los amenazara, llegaron a Alemania con un tesoro, donde estaba guardada su alma, y que podía transformar todo para su bien; el joven conde Von Zinzendorf les dio una tierra cerca de la villa de Berthelsdorf, donde fundaron Herrnhut, un refugio, donde soñaron, e hicieron realidad sus sueños como un río que crece con las lluvias hasta cubrir el mundo.

Los habitantes de Herrnhut eran fieros, sin miedo en la tormenta del océano, nada los detenía, ni siquiera temían la muerte; también sabían ser dulces, y morir por su ideal.

Se multiplicaron, pasó un siglo, y luego pasaron muchos más. Por alguna razón el sueño se apagó, como si ya no fuera a llover. Y sin darse cuenta hudieron su tesoro en el lodo.

La nación se olvidó de quién era, lloró cenizas, sangre y se llenó de soldados; y mientras un monstruo la devoraba, casi todos callaron temblando de miedo. Pero hubo muchos que protegieron a la gente que nadie debía destruír; y otros alemanes desenterraron el tesoro oculto con su voz y, aún en los dientes del asesino, atacaron con la verdad al que destruía una hermosa bandera manchada de mentiras. Muchos más murieron.

Ahora la sangre esta clamando y su grito se levanta desde el suelo; alguien la ve y la escucha.

martes, 23 de agosto de 2011

Rapsodia en Agosto

Nagasaki, una anciana y sus cuatro nietos, verano de 1990. Dirigida por Akira Kurosawa.
 Tras recibir una carta desde Hawai, la abuela descubre que a su hermano mayor, quien está enfermo, lo único que le importa antes de morir es verla otra vez. Para eso la abuela tendría que dejar Nagasaki e ir a los Estados Unidos, permitiendo que haya en su mente y corazón un espacio para su hermano, un espacio que ya está muy ocupado por los recuerdos de la bomba nuclear y por todo lo que perdió en 1945. 

Mientras corre el verano y ella se decide, los nietos descubren un pasado de muerte mientras viajan por Nagasaki, en vísperas del aniversario 45 de la bomba nuclear, y juntos también descubren como sanar los recien adquiridos rencores cuando conocen a su tío estadounidense-japonés Clark (Richard Gere) quien viaja a Japón para unirse a ellos en el dolor de su pasado, y disfrutar de estar juntos y reconciliados en la paz del presente. La promesa de conocer Hawai se va alargando y tal vez desvaneciendo, y la abuela le enseña a su familia que por los recuerdos muertos no podemos olvidar a quien aún está vivo. Kurosawa imprime todo el dolor de un pasado de destrucción, y la fuerza de estar unidos, de ser familia, en una secuencia bajo la tormenta, donde hijos y nietos le dan honor a su abuela en vida, como a la flor de la canción que cantaban juntos.

Mientras vi los créditos finales de esta película, ya estaba lloviendo también en mi casa, y luego en mi corazón, y lloré sin poder enteder qué pasa con mi propia familia, por qué no corremos todos juntos detrás de nuestra propia abuela, aunque tropecemos y tengamos que levantarnos del lodo para seguir corriendo, no importando humillarnos, ni tener que dejar un poco lo cómodo, o el orgullo. Perdonando el pasado, cualquiera que haya sido, porque somos familia, hijos, nietos y bisnietos; estando unidos hasta las heridas de la guerra pueden por fin ser sanadas. Por qué no corremos juntos tras ella, si está viva y de ella descendemos. Mi propia abuela está caminando llena de confusión, ¿desde dónde la estamos viendo? Tal vez debajo de un techo con los brazos cruzados, mientras otros sí corren tras ella, con todo lo que pueden y tienen, sin embargo incompletos, porque no hay unidad. Y mientras tanto, la mujer a quien debíamos protejer, está sin poder luchar, bajo una tormenta. 

No basta con que sólo algunos corran hacia ella, se trata de ser familia, de no ver llegar el día de llorar por no haber hecho nada mientras aún vivía. Quiero correr, quiero saber cuál es mi parte en esto y qué puedo hacer. Lo que más quiero, es que todos corramos juntos.

martes, 16 de agosto de 2011

Sin arrepentimientos

Hoy vi un video, 50 personas, una pregunta.

Un tripie, una cámara, y personas diferentes. "La pregunta debe ser muy buena" dijo uno mientras enfocaban su cara. "Esa es una pregunta muy difícil" dijo otro. Esa pregunta es algo que, por más diversos que seamos, todos hemos decidido sentir o esconder. Expresiones a medio reconciliar ¿De qué se arrepienten más en la vida?

Dicen que al final te arrepientes de lo que no hiciste. No realizar tu sueño, dejar pasar algo, no disfrutar la vida desde ahora. "No haber venido a Irlanda cuando era más joven"

Si una mañana despierto y me doy cuenta de que hay algo que todavía puedo hacer y no lo he hecho, quiero cambiar el fin de mi destino. Un pelirrojo dijo "me arrepientio de no tomar suficientes tardes de té disfrutando a mi mamá".

He notado en mí algo que mencionó un hombre "Que no vuelvo a buscar a ciertas personas cuando debería ¿Ok? No soy bueno en eso, y a veces es importante hacerlo, y tengo una grave falta ahí." ¡Pues hazlo! dije.

Alguien no pudo responder. Seguro, todos hemos hecho algo que nunca debimos, pero aprendimos de eso, y también sé, que la misericordia de Dios es nueva cada mañana. Hagamos lo que hagamos, habrá una nueva mañana esperando.

Mientras haya vida.

Arrepentimiento es aceptar lo que hicimos o que dejamos pasar, y decirlo, soltar esa carga, recibir el perdón, caminar para no tener que volver a hacerlo. Aún si es difícil.

Elijo nunca tener que arrepentirme de no haber escrito más.


viernes, 12 de agosto de 2011

Introducing: La Billy Holliday Nutella Babe Crépe


Una chulada!


Vendas para veladores

Mientras nos preparábamos en la oficina de la base, el director entró corriendo desesperado, gritando. Fue muy rápido, lo vi de frente, se hincó en el piso, su cara de dolor -¡¡No, no!! ¡¡Por qué!! -gritaba, y yo me quedé fría. Cuando terminó y empezó a reír, se levantó y salió corriendo como un niño. Lo perseguimos hasta la calle, cuando lo tiraron al piso, me uní al contraataque de cosquillas. Al menos eso nos despertó, luego llenamos las vans para ir al hospital.

Era viernes en la noche, toda la semana habíamos dormido poco. Afuera del hospital acomodamos el pan y té para repartir entre los que velaban por sus enfermos. Según recuerdo llovía; había poca luz, y silencio como si por hacer algún ruido alguien fuera a despertar. Algunos platicaron que se turnaban las noches, otros vivían lejos y llevaban más de quince días ahí, sin dinero, ni dónde dormir.

Conocimos a un hombre extraño, estaba afuera, recargado sobre un árbol. Nos recibió con sonrisa dudosa, y cuando vio a Gabriella y Nathanael, comenzó a contarnos en inglés de cuando vivió en Las Vegas. Hubo mucho que escuchar, mientras la sonrisa iba abriendo paso fragilidad en su ironía. Nathanael se quedó platicando más con él, y después de un rato, ese hombre que parecía sin esperanza, decidió tenerla, ser nuevo. A veces, los que cuidan a sus enfermos necesitan vendas, y las obtienen donde menos lo esperaban.

Al final, conocí a un campesino anciano, cuando me su cara se iluminó y me sonrió al recibir su pan, algo sanó en mí. Al mismo tiempo recordé por qué prefería estar ahí, casi sin palabras y viéndolo sonreír, que en cualquier otro lugar y durmiendo.

lunes, 8 de agosto de 2011

Tus mentiras ya no me las trago

Si tratas de hacerme sentir mal
Sé que soy libre de culpa
Cuando dices mentiras acerca de mí.
Yo sé la verdad

No tengo que intentar convencerte cuando tengo la razón, porque me la des o no, es real.
Cuando tratas de voltear las cosas, ya no me confundes, porque sé quién soy. Y si crees que puedes hacerme daño, estás en un error, porque dependo de alguien más grande, más fuerte, que me cuida.

Voy a dejar que gane el amor, si me tratas de aplastar, si me tratas de lastimar con la palabra "te quiero" y en cada movimiento tuyo que tenga como meta manipularme 

Voy a dejar que gane el amor.

Porque ya ganó, voy a guardar silencio cuando sienta que mi estomago se enciende, voy a encerrar toda la basura con la que me quieras enterrar, y a entregársela al que la destruyó, y me mantiene limpia. Voy a dejar que gane el amor.

Estoy de pie sobre la piedra más hermosa
Y si me golpeas con palabras, o tratas de manipular y humillarme, o burlarte de mí
Sigo de pie, y sé que soy amada.
Si me lastimas, soy amada
Y porque sé que lo soy
Ya no creo tus mentiras
Soy libre.
Y escojo amar.

domingo, 7 de agosto de 2011

He aquí, a la izquierda, mis maravillosas muletas

Érase una vez... Crack!

De pronto dejé de bailar, y la música ya no fue música, fue confusión, sonido púrpura que se volvió caliente mientras el mármol me recibía. Fue caer bajo el agua y asfixiarme, un cubrir de olas, piedras golpeando mi hueso. Espuma, gente. El rock dejó de sonar, una oración en su lugar. Intenté arrastrarme hacia atrás, pero el púrpura seguía resonando en mi tobillo y no pude. Quien se asfixia no grita, no habla; no pude llorar.

Alguien me sostenía de los hombros, lo único que parecía funcionar bien era mi vista, así que dejé caer la cabeza hacia atrás, dos ojos azules me miraban, como si hubieran absorbido toda el agua que me ahogaba. Respiré. Su expresión y sus manos que me sostenían, tuvieron sentido entre tantas caras que no entendía. Lloré. Ya no tenía que fingir ser fuerte. "Creo que está roto" le dije.

Matt llegó corriendo, y los dos me cargaron hacia un lugar cerrado, otra mano fuerte me tocó el tobillo, y algo como aceite me rodeó por dentro. Y aunque menos, la confusión, el sonido púrpura seguía encendido. En el cuarto, las manos de Craig sostenían mi cabeza, y yo le gritaba mi culpabilidad, mi enojo, coraje, grité todo, todo lo que me dolía, y él me seguía cuidando -todo estará bien. Como si yo misma también fuera su hija, y nada aliviaba más mi dolor que su ayuda.

La bailarina y Matt me quitaron el converse rojo, consiguieron hielo. Yo temblaba de frío. Matt fue como el mejor doctor, con sus palabras arrancó de mi cara toda la culpa, me miró y el miedo se fue corriendo. Ella deshizo con gracia mi vergüenza, sonrío y su seguridad fue mía también "todos están orando por ti" dijo. Matt me quitó el calcetín, La bailarina habló a mi corazón, los dos movían sus manos con música. Escuchándolos pude ver más allá de la confusión, recordé la verdad, recordé que soy amada. Y si el frío picaba mi hueso, mis manos se sostenían de Craig y todo volvía a estar bien.

Supervisados por La bailarina y mis amigos, los brazos de Matt y Craig me llevaron al auto. Esther manejó. Y aunque a la mañana siguiente debían estar rumbo a Mississippi, esos dos hombres, con los que una semana antes en esa misma sala yo me había sentido tan apenada, me acompañaron largo rato a la media noche, sentados en una alfombra junto al sillón donde estaba acostada con hielo y almohadas, platicándo conmigo, siendo mis hermanos y llenando mi corazón del amor de Dios como nunca antes lo había vivido.

viernes, 5 de agosto de 2011

La Faraona

Después de una hora a pie, logramos llegar. Casas amontonadas que nadie terminó, polvo. Mi equipo formado por Miguel, Craig y David caminó por una calle mientras los niños nos salían al encuentro, cuatro salieron de su casa para saludarnos, una niña jugaba a llenar solicitudes de empleo, otros eran soldados, y algunos sólo caminaban pisando el polvo heredado, sin nada que hacer con él, sin tener dónde acomodarlo para esconderse un rato del sol de Pachuca, de la pobreza, de lo mismo de siempre. 

La noticia se esparció entre los niños "a las tres en la Capillita Azul". Miguel y David me dieron una noticia sorprendente, tan sorprendente que los cuatro tuvimos que orar para que Dios nos diera un baño y no nada más un arbolito (porque no sería suficiente y por cierto, no recuerdo haber visto muchos por ahí); dimos unos pasos y tuvimos quizá el mejor baño del lugar en una estética, la dueña había vivido en EUA diez años y ahora se dedicaba a cortar el pelo en ese lugar arena. La alentamos a ver que en su estética, puede ayudar a cambiar no solo el peinado, sino la vida de los jóvenes que se drogan por los que se preocupa tanto.

En la Capillita Azul a las tres de la tarde, mi cabeza daba vueltas por el sol, pero los demás equipos ya habían acomodado el escenario y muchos niños empezaron a llenar la calle, eran ojos abiertos que parpadeaban como los del que sueña con ver algo nuevo. Los presentadores abrieron el espectáculo, comenzamos con Máscaras, aunque hubo dos intentos de fuga por parte de una niñita, todos participaron hasta el final. Craig y yo les hablamos del el amor de Dios hacia cada uno, y cómo amar a quien nadie ama.

Ali y yo nos encargamos de repartir dulces que trajeron los de Mississippi, la fila de niños apenas se formaba. Vi al primero y le dije que él es un guerrero, que Dios es su papá y nunca lo va a abandonar porque lo ama y siempre está con él, luego lo abracé y le di un dulce. A la siguiente niña le dije que es una princesa de Dios, hermosa sin importar lo que diga nadie más, luego le di un beso y su dulce, la siguiente escuchó con atención que Dios tiene maravillosos planes para su vida, que Él es su Papá y siempre la sostiene. Voltee a ver la fila, eran demasiados niños, más de los que me imaginaba, si decía esas palabras en mi propia fuerza y no por lo que Dios dice de ellos, no iba a lograrlo, y aunque pudiera no tendría caso. Decidí hablar la verdad sin reservas; me escuchaban tan atentamente que a veces aún cuando les daba el chicloso se quedaban ahí parados mirándome a los ojos como esperando escuchar más. Una de ellas ya se iba sin tomar su dulce. Hablar La Verdad, puede hacer en la mente y el corazón de un niño más de lo que puedo imaginar.

Mientras repartía a niño tras niño, los dulces estaban por acabarse, y la fila aún era muy larga, así que Ali oró por que Dios nos diera más. Una mujer de por ahí llegó a regalarnos una caja con dulces, Ali tomó la
caja, preocupada de que los niños estuvieran frustrados con dulces diferentes, pero al abrirla, vio que eran iguales, sólo que de marca mexicana. Dios proveyó aún en algo que podía parecer tan pequeño, un dulce, palabras de verdad y un abrazo.
De regreso a la base caminamos ya menos de una hora, y yo me aparte un poco para ir alabando a Dios por todo lo que había hecho y por su presencia tan suave y pacífica en esa tarde, el camino era fresco y hasta mi cansancio se sentía como un arrullo. Mientras hablaba con Él miré al piso, y había escrito en el cemento un letrero que decía "Te amo forever".