domingo, 7 de octubre de 2012

Lo In y lo Out

Arena, todo es arena, los dedos de mis pies la remueven, cada músculo de mi cuerpo se estira, y respiro. Inhalo, exhalo, inhalo y mi corazón me recuerda que estoy vivo después de correr por la playa hasta que el cielo se pintó de brochazos pastel y nubes encendidas cuando antes era oscuro.

No me senté en la arena, ni regresé a darme un baño; las olas frente a mí, los albatros paseando sobre ellas... y desee más, más de lo que había escuchado, más que el sabor a sal en mis labios y la luz de la mañana en mis hombros, más que correr y mis pies en la orilla.

Con el agua hasta los tobillos parecía suficiente cercanía, y el agua me acariciaba; corrí un poco para probar y salpiqué a mi al rededor, caminé un poco más hacia adentro, donde el agua me llegara un poco más arriba, pero sin mojar mi ropa nueva de deportes con esa agua salada, sólo para probar. Pero una ola me salpicó más de lo esperado.

Fuera del agua otra vez, tuve frío, tuve miedo de estar afuera. He escuchado sobre las profundidades, de cómo sus olas son tan altas y anchas. 

La arena en mis pies se sentía más real que un mundo dentro del mar.

Los niños y sus mamás comenzaron a llegar, también las parejas de enamorados, algunos jugaban en la orilla, otros se tendían al sol, y yo seguía ahí, con mis pies hundiéndose en dos huecos de arena y los tobillos con una caricia, una que me invitaba a cambiar el suelo de arena por la altura y profundidad del mar.

Un hombre de piel dorada y cabello blanco se acercó a mí. Su aroma era como el de tres frutas tropicales, y su voz parecía la de alguien que ha perdido el miedo de navegar bajo el sol o las tormentas. Saqué mis pies de la arena y lo vi de frente.

Nunca conocerás la profundidad si no entras. Nunca vas a entrar, si no confías. Y cuando estés adentro tal vez pienses "¿Por qué lo hice?" y tal vez mirarás la orilla, y recordarás lo que se sentía tener el control, recordarás que nunca estarías tranquilo hasta conocer la profundidad. Y nunca volverás a ser el mismo. Y nunca desearás volver a mojar sólo tus pies; cuando sepas lo que es la profundidad. No eres el único al que ha llamado, ni el único serías tampoco si decides mirar atrás.

El hombre caminó hasta que el agua ya rodeaba su cintura, y entonces se zambulló.




viernes, 21 de septiembre de 2012

El que no quiere correr, puede dejar de estorbar

Nos levantamos, nos animamos y esperamos que la vida sea un poco mejor, que los amigos nos recuerden y trascender. Que alguien nos haga ser alguien, 24 horas más que rutina, que nadie traspase la linea y alcanzar más que ayer. ¿Quién se da cuenta si nos lastimaron, a quién le importa si la fila de indigentes dormidos nos dio frío en las manos y los pies? 

Si mis deseos enteros se cumplieran y no hubiera límites para disfrutar de los placeres, si cada cosa que deseara la pudiera alcanzar a crédito, si los anhelos se cumplieran como arroz pre-cocido, entonces se me volverían nubes sin agua en tiempo de sed, harta de caminar, aspirar y esforzarme por crecer hacia el afiche del profesional perfecto que vi en la mañana camino al autobús, o a la altura de la mujer multiusos del labial indeleble, o al personaje de hoy, el que ves cuando desayunas tratando de evitar sentirte solo o con alguien pero sin ti. 

Si me preguntaran yo diría que no hay esperanza en tener el estilo más cool, ni está la esperanza en arreglarse la nariz, ni la figura, ni en plancharse el cabello o usar la mejor cera; tampoco hay esperanza en arreglarse el corazón, no hay esperanza en arreglarse la mente, no hay esperanza en decir y creer que somos buenos ni aún en serlo, no hay esperanza si vemos y luego olvidamos, o si nunca sabemos lo que se tejía en nosotros cuando, según algunos ni personas éramos, cuando no eramos aún completos pero ya humanos en el vientre de alguien que tal vez nos amó o tal vez no.

Ahí unas manos nos tejían por dentro y por fuera, te estoy haciendo con tanto temor, con tanta maravilla, eres una obra hermosa, eres un diseño perfecto. Cuántas veces nos rodean esas manos y aún así cuánto olvidamos. No, no tiene sentido arreglarse ni el corazón ni la mente si no decidimos dejar el miedo y tener los suficientes pulmones para decir sí. O decir no. Para entrar al fuego o quedarnos en el hielo, para dejar de tentar la orilla con la punta de los dedos. Cuánto odio la tibieza, cuánto duele como una llaga no ser quien soy.

Si lo sé, es porque alguien lo supo primero, y me dio todo para serlo. Y si tengo que luchar, que luche, y si tengo que renunciar a los montones de paja que no me dejan ver la piedra abajo escondida entre tantos no-tengo-tiempo, entonces renuncio, si tengo que morir que muera. Porque cuando muero a todo lo que me dicen que vale, cuando conozco lo que sí es verdad, entonces vivo.

Todos somos uno, ¿si no crecemos juntos, qué va a pasar cuando llegamos al final?

http://www.youtube.com/watch?v=CY1GmThYHTQ

lunes, 9 de enero de 2012

El gato y la joven

En la habitacion suena el cordon del ventilador que golpea con ritmo de metronomo. El gato camina por un pasillo sin luz, pasa por la habitacion donde hay una pareja viendo television, y sigue de largo hasta el cuarto con pocos bombillos encendidos; donde esta ella, sentada con la espalda pegada a la pared, trae puesta su pijama de ratones, y esa fuerza que parece tener cuando sale a trotar sobre la arena parece haber seguido de largo muy temprano para dejarla ahi tirada en el suelo despues del almuerzo.

El gato, desde la puerta medio abierta, mira sus cejas curvas, y esas mejillas que estan por recibir una lagrima; mira sus labios sin sonido, ella no voltea a verlo, ni siente que esta ahi. Pero en la habitacion no hay silencio, hay pensamientos gritando tan fuerte que parece como si todos en la casa pudieran escucharlos, pero nadie lo hace, solo el gato, y suenan hasta el fondo de sus pupilas en sus ojos amarillos, que la siguen mirando, y ven como en su debilidad se cubre la cara con las manos, comienza a llorar sin nadie que pueda abrazarla, sin haber ser humano que golpee y quite el viento de soledad que esta encima de ella, la mentira que le grita mas fuerte diciendo que todos sus amigos se han ido, que no hay nadie para ella, y que no tiene caso ni siquiera levantarse porque nadie puede entender su pasado, su presente, sus suenios y aun quererla. Que jamas podria alguien entenderla como podria hacerlo algun testigo de su vida, porque no lo hay; que nadie la ama ni ha sabido hacerlo, y nadie podra. Porque esta sola. Sola.

El gato entiende las palabras que habla el mentiroso cuando le da por disfrazarse de aire, pero ella esta debil para evitarlo porque la unica persona que creia que podria entenderla se fue muy lejos, no porque quisiera, sino porque asi tenia que ser. Y mientras llora, el gato intenta recordarle lo que sabe que ella es. Pero no lo escucha, y se detiene en el suelo con las dos manos para recuperarse; el gato mira como trata de estar seria y sin expresion otra vez, de aceptar las mentiras, de sobrellevar el peso tibio de volver a sonreir pensando que a nadie realmente le importa si se siente bien o no. Entonces el gato entra por la puerta y vuelve a intentarlo, pero el aire abre la ventana y sopla tan fuerte que ella no distingue los maullidos apacibles, y deja escapar un sollozo, ya hasta escuchar su propio llanto le lastima los oidos pero no puede parar ni quiere; y el mentiroso toma en sus manos una aguja para sellarle con hilos de oscuridad los parpados, la boca y los brazos. Entonces el gato ruje, ella escucha pero ya no puede abrir los ojos para ver como se convierten los musculos del gato hasta volverse los de un leon. Mientras el Leon y el mentiroso pelean en un lugar oscuro, la luz de la luna entra por una rendija hasta llegar a los ojos de ella y liberarlos.

El Leon ruje, su melena parece de oro blanco, con la garra derecha sobre el pecho del mentiroso que esta vencido y temblando de miedo, lo presiona contra el piso para verle fijamente -Prohibo que vuelvas a acercarte a ella -le dice mirandolo a los ojos, y el mentiroso se estremece para salir huyendo por la ventana.
Ella esta en el suelo recostada, su cara escondida. El camina, y cuando sale del rincon, la luz de luna vuelve a tocarlo, pero ya no es un leon, su cabello es el marco perfecto para un par de ojos que tienen el color del sol; y mientras afuera es de noche, en la habitacion hay un amanecer.

El se sienta junto a ella, con sus dos brazos la rodea. Ella se acurruca sin decir nada, el se acerca a su oido, la llama por su nombre, y entonces lo escucha decir -Yo estoy contigo. Su abrazo dura tal vez segundos, quizas unas horas, o un dia, mil anios. Entonces la joven recuerda, y entiende por primera y suficiente ocasion que nunca mas probara la soledad.