sábado, 15 de noviembre de 2014

Un canto de oscura madrugada en la tierra de los vivientes.


Si me aparto de ti, mi mente se vuelve de escarcha, con un soplo se evapora sobre cualquier superficie. Cuando no paso tiempo, tiempo de verdad contigo, Jesús, me miro y no miro por dentro, en el espejo hay piel, hay telas, mi boca que quiere hablar no puede y mis ojos no lloran, miro un cuerpo sin descanso; si no estamos juntos, juntos en verdad, escribir es como un desayuno frío, sin sabor, y amar no tiene libertad, como un sueño imposible que pesa en los brazos.

Estoy en el desierto, bajo las corrientes, dentro del fuego, donde las aguas azotan mi respiración; si alguna vez te dije, pesa mi corazón, y lo hiciste, salí de ese horno mirándote a ti y no a mi alrededor.

Hoy que podía dormir, hoy el único día para descansar sobre la almohada, no fue en mi cama donde hallé reposo, ni fue en la mente de mis razonamientos, mucho menos en mis afectos; no tengo hambre ni tengo sueño, no tengo fuerza y ni luchando he conseguido lo que tanto anhelo, pero llegaste de madrugada, a sacarme del laberinto sin luz ni reposo, sobre mi espalda pusiste tu mano, en realidad no soy tan grande, tu hombro es el lugar para mi cabeza, en verdad te necesito.

¡Maldito el varón que confía en el hombre! Ha salido ya el sol y no tengo que confesarte más lo arrepentida que estoy, arrepentida de fabricarme refugios fuera de ti, por poner mis ojos en el espejo, en los ojos de cuatrocientas y una personas más que nunca me sacian, y en el espejo hay más espejos, pero nunca tus ojos ni tu reflejo; sólo en las palabras de tu boca se aclara mi mirada como con rocío de plantas medicinales y puedo ver; mi verdadero descanso, lo sé.

Y la aflicción se convierte en silencio y el silencio canta de tu amor, y tu amor me abraza, me acepta, me incluye, me llena. Y la aflicción se vuelve transparente, a través de ella te dejas ver cuando en serio dejo que me encuentres, cuando vuelvo a ti.

Cuánto es que te amo, amor deleitoso, es verdad que si me abandonara el mundo entero tú permanecerías, eres suficiente para mi sonrisa, suficiente para mi paz ¿Cómo es que puedo perderme de ti entre los caminos de mi engaño y mi corazón cuando lo insensato tuyo es más sabio que los hombres? ¿Cómo es que con un Dios como tú puedo fabricarme otros dioses y encerrarme en una caja de cartón que se mueve con el viento y que se moja con la lluvia?

No me justifico, no sé tanto como que creía saber, no soy una burbuja que levita en el aire. Tú eres el único que en verdad me conoce, y aún así me amas. Por tu vida tengo vida y si algo me ha de enorgullecer, es saber que aún cuando siento no saber nada, sí te conozco a ti.

Me acerco porque tú me has extendido la mano, esta madrugada cuando creí que descansar era dormir estaba muy equivocada, cuánto me has mostrado que eres tú el amor de mi vida. Una y otra vez. 

Porque tú nunca te rindes amor, yo tampoco me rendiré.

Andaré delante de Yahveh en la tierra de los vivientes. Sal. 116:9

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